Para ellos el amor
es la fotito
en portarretrato,
con la imagen
de equilibrio
y de
"cuánto nos queremos":
miren miren
qué verdadero !
Para otros el amor
es movimiento
sin verse ni tocarse
hacia afuera
donde no hay adentro,
por las dudas
de no perderlo.
Para mí es un precipicio
con un yo decidido
a saber
cómo y dónde
caer al vacío.
(Escritos + honestos, que no me dejaron decir acá) :
“El acto del brindis se divide en tres partes:
el brindis verbal, el acuerdo y el trago simbólico.
En la parte verbal una persona indica una razón para el brindis.
Todos los presentes ratifican lo dicho
levantando sus copas en el aire, lo cual a menudo se acompaña
de sonoros gritos o murmullos de aprobación,
ya sea repitiendo las palabras del brindis (“¡Salud!”),
a lo cual sigue el choque de los vasos o copas
con el del resto de las personas a su alcance.
El trago es una forma de confirmar el deseo
y no importa si es un pequeño sorbo o un gran trago”.
Wikipedia: la enciclopedia libre

Cuando el amor no entra
Cuando el amor no entra,
no empujes que no va a entrar.
Porque cuando el amor no entra,
es simple, no puede entrar.
No va a entrar con la risa,
ni con el llanto ni con la pena.
El amor más bien germina
si la tierra está serena.
Cuando el amor no entra,
no empujes que no va a entrar.
Porque cuando el amor no entra,
es simple, no puede entrar.
No va a entrar con una canción,
ni con el humo ni con el vino.
El amor te toma sobrio
y te devuelve aturdido.
Porque cuando el amor no entra,
no empujes que no va a entrar.
Porque cuando el amor no entra,
es simple, no puede entrar.
No sirve salmo ni rezo
ni santo ni procesión.
El amor más bien se espanta
si hay dogma o hay religión.
Porque cuando el amor no entra,
no empujes que no va a entrar.
Porque cuando el amor no entra,
es simple, no puede entrar.
Gabo Ferro

EL VIAJE
Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos
en un hospital de Barcelona,
dice que el primer gesto humano es el abrazo.
Después de salir al mundo, al principio de sus días,
los bebés manotean,
como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos,
dicen que los viejos, al fin de sus días,
mueren queriendo alzar los brazos.
Y así es la cosa, por muchas vueltas
que le demos al asunto,
y por muchas palabras que le pongamos.
A eso, así de simple, se reduce todo:
entre dos aleteos, sin más explicación, transcurre el viaje.
Eduardo Galeano