Cayó en noches que debieron cerrarse
antes de la tormenta
de la mala suerte anunciada.
Miró miró a todo todos sin mirarse
apretando sus dientes grises.
Huyó de escuchar los bien estares ajenos
anotando cruces tatetí
y contando tigres sin manchas.
(Siempre aparece un ladrón
cuando la felicidad se acerca).