Miradas tropicales dijeron:
"João Gilberto, se você disser que eu desafino" !!
y por dentro no hubo sombras.


Cayó en noches que debieron cerrarse
antes de la tormenta
de la mala suerte anunciada.
Miró miró a todo todos sin mirarse
apretando sus dientes grises.
Huyó de escuchar los bien estares ajenos
anotando cruces tatetí
y contando tigres sin manchas.
(Siempre aparece un ladrón
cuando la felicidad se acerca).

Las realidades están derramadas
en pensamientos de yo-yo.
Pero esas almas
al revés de la corriente
regalaron pulmones marítimos
de paisajes salpicré
a mis años de ausencia.

Estuve pensando en retirarme del lenguaje. No pude no puedo no podremos asimilarnos lenguajes imperfectos. Aunque lo somos.
Las letras voces no son fáciles de esconder, a veces atascan entre neuronas y saltan en trampolín hacia la boca para salir o entrar en la mano o no mano.
Así así de rápido simplificamos la
comunicación
aunque de
nada ha
servido nunca
decirnos
verdades que
no se
puedan
sostener.


Sombra inquieta
Mano despierta,
tajo florecido hasta lo demás...
Las afamadas similares adheridas
no comienzan.
Una sonrisa de sandía ata las sábanas,
desgaja las risas,
escupe las semillas del más allá.
Y todo no es todo porque la crema del
bienestar
se reproduce en la orilla.
Y las rompientes desdentadas
simulan pero no disimulan,
porque las mulas zigzaguean una, dos....
Y la rompiente del cuchillo
aparta la mar de puñaladas.
La los la el mi de la tajada del tajo, de la
muerte, de la
pata de cabra, de la tormenta del diente,
de la razón delmi-porque, ni-si ta-ta-ta-ta....
Mueca del fin,
hamaca del pan,
pan de la urraca,
hurra del mal,
mismis del curro...
Una descansada cara de dado.
Una migaja,
una desplopada,
una derramada.
Sal mi raca raca,
suma, susurro, borde en llamas,
una despierta, una durmiente, una silencio.
La silencio se estrella contra la miga,
la mano que enrolla las sombras,
un ojo simulador,
el humo de la frío.
Un dedo...
dos dedos....
tres dedos hacen la hamaca
y cuatro dedos el pan.
La soga se oculta...
pero la soga no tiene huesos
para arder.
Y sin embargo no bizquea
la sal.
Mi estalla
y yo ironiza.
La pan de la papisa.
Ni trampas de bizco,
ni miga de bizcocho.
La lado, la dada.
Un timbre se pega.
El sonido se descalabra
sin ser dicho ni pampa,
ni run,
ni el agua enloquecida del mapa,
derramada sin decir nada.
Por nada,
por la perfil,
por la frente,
por la destornillador.
Sin consultar,
sin un árbol de pro ni de más,
sin una tormenta escapada, famosa de pícara,
que escarba, escarmentada,
la torre, la torre...
Párpado roído,
pararrayos,
papagayo...
Una palabra,
dos palabras,
sin palabras.
A la deriva...
Los anzuelos...
Sobran vidas
a la deriva.
A la izquierda comienza
lo que tiene,
lo que es,
sin trabas de ninguna especie.
!Sí! !especie!
¿La luz?
¿Por qué la sombra es luz carbonizada?
Nadie pierde nada.
No se pierde nada con nacer...
No se nace nada con perder.


Aquellos que sonríen
comen siempre.