El grito de KIERKEGAARD

"No hay ni siquiera un solo hombre que no sea un poco desesperado, que no sienta en el más profundo centro de su alma una cierta inquietud, un desasosiego, una desarmonía, una angustia de algo desconocido, o de algo con lo que no se desea entablar conocimiento, una angustia ante una posibilidad de la existencia o una angustia por sí mismo; es decir, que el hombre –un poco como aquellos que, según la expresión médica, están en pie y se mueven de acá para allá con una enfermedad «sorda» en el cuerpo- va caminando con una enfermedad a cuestas, padeciendo una enfermedad del espíritu, la cual de vez en cuando, en medio de una angustia inextrincable que lo domina, suele dar una señal clara y repentina de su existencia allá adentro" (La enfermedad mortal o Tratado de la desesperación, 1ª parte, Libro Segundo)

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